Hoy os queremos hablar de otro parásito transmitido por la picadura de un insecto, en este caso, un flebotomo (mosca de la arena). La Leishmania es un protozoo que produce la enfermedad llamada Leishmaniosis en perro pero también puede transmitirse al humano por la picadura del insecto. Actualmente España es una zona endémica de este parásito lo que quiere decir que en la mayor parte del país se encuentra presente.
Forma de transmisión: La forma más habitual de contagio es a través de la picadura del flebotomo pero también existen vías menos comunes como es la transmisión placentaria (de la madre al feto), transmisión venérea y transmisión por transfusión de sangre. Uno de los reservorios más habituales de Leishmania son los perros, el hombre, así como otros animales silvestres, en especial la liebre y el conejo.
Vector de la enfermedad: el flebotomo presenta una actividad habitualmente crepuscular y nocturna con gran fototropismo lo que indica que se dirige hacia la luz pudiendo entra en las casas. Normalmente viven en zonas protegidas del sol y con abundante materia orgánica como con los jardines y según la especie se adaptan a zonas más húmedas o áridas. Tienen tendencia a picar en zonas con poco pelo como son la cabeza, orejas, trufa, zona perianal o abdomen pudiendo producir una reacción circular llamada chancro de inoculación.
Factores de riesgo: existen razas como el Bóxer, Doberman o Pastor Alemán que son más sensibles a la enfermedad, mientras que otros perros como el Podenco ibicenco tienen una mayor resistencia. Suele afectar a menores de 3 años por factores genéticos o mayores de 8 años debido a que presentan un sistema inmune más débil y éstos últimos suelen, además, presentar otras enfermedades.
Síntomas: existe diversas formas de la enfermedad existiendo una forma visceral que ocurre por el depósito de inmunocomplejos es decir, de la unión de las células inmunes con el parásito produciendo lesiones en hígado, renales, articulares o aparición de auto anticuerpos produciendo la destrucción de anticuerpos. La forma visceral es más difícil de identificar porque el daño de los órganos no es visible hasta que el animal se encuentra muy deteriorado.
Otra forma de aparición es la dérmica que se caracteriza por la aparición de granulomas en piel, hematomas, lesiones oculares que son más visibles para el propietario y suelen tener mejor pronóstico debido a que se acude antes a su chequeo.
Diagnóstico: existen varias formas de diagnóstico, siendo uno de los más habituales la realización de un test rápido que nos indicaría si el animal es positivo o negativo. En el caso de ser positivo se recomienda realizar el título de anticuerpos para saber en qué estado de infección se encuentra el animal así como un chequeo de a funcionalidad de su organismo para establecer un tratamiento adecuado a cada caso.
Tratamiento: el tratamiento se base en la destrucción de la leishmania y reducción de su reproducción así como del tratamiento de los daños orgánicos que esté produciendo. Requiere un seguimiento exhaustivo para poder frenar lo máximo posible la enfermedad.
Prevención: existe actualmente una vacuna para la Leishmania que consiste en inocular una sola dosis de la misma tras comprobar que el animal es negativo a partir de los 6 meses de edad y revaluar anualmente. Este no es el único método para combatir la infección puesto que la efectividad nunca es del 100% pero sí se ha demostrado que en el caso de contraer la enfermedad esta suele presentar una menor sintomatología. Otros métodos para ayudar a que nuestro peludo no contraiga la enfermedad es la utilización de antiparasitarios externos ya sea en collar o en pipeta que sean eficaces contra los flebotomos así como evitar las horas de actividad del mismo, es decir, los paseos al atardecer o nocturnos de primavera a otoño.
Si deseas saber más o quieres ayudar a tu pequeño a protegerse de la enfermedad, no dudéis en contactar con nosotros y evaluaremos su caso y ofreceremos el método que mejor se adapte a vuestras necesidades.